La heroína se utilizaba en el pasado para tratar la tos infantil: en 1898, Bayer & Co., la empresa farmacéutica alemana conocida por la aspirina, introdujo la heroína como un nuevo remedio revolucionario para aliviar el dolor y suprimir la tos. Lo que hace que esta historia sea tan sorprendente es que Bayer inicialmente comercializó heroína para niños. Hasta 1912, la empresa la promocionó como un tratamiento seguro para los resfriados, la tos y el dolor, incluso después de que comenzaran a surgir informes preocupantes sobre su potencial adictivo. En ese momento, el público y la comunidad médica aún estaban aprendiendo sobre los riesgos de la droga, pero las crecientes preocupaciones no impidieron que Bayer continuara con sus campañas de marketing. En 1914, la heroína estaba restringida a su uso con receta médica en los Estados Unidos y una década después, la FDA la prohibió por completo cuando los peligros de adicción y sobredosis se volvieron innegables. Este episodio en la historia farmacéutica sirve como advertencia sobre cómo incluso las empresas de confianza pueden juzgar mal la seguridad de sus productos y cómo puede evolucionar la percepción de la medicina. Los anuncios que Bayer creó para comercializar heroína, especialmente aquellos dirigidos a los niños, son reliquias inquietantes de una era anterior a las regulaciones modernas sobre los medicamentos y resaltan la importancia de las pruebas de seguridad y la supervisión estrictas en la industria farmacéutica actual.
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