Año 1987. Un pequeño pueblo polaco llamado Zabrze. En la fotografía se ve a un cirujano, sentado frente a un monitor. Su rostro está cansado, demacrado.
En la esquina de la imagen, un asistente duerme agotado directamente en el suelo. Todo esto ocurre después de 23 horas de una compleja operación de trasplante de corazón.
Ante nosotros no solo hay una imagen. Es un verdadero milagro.
En la foto se ve al destacado cardiólogo polaco Zbigniew Religa. Él acaba de darle una nueva vida a un paciente al que nadie le daba esperanzas.
El paciente es un profesor jubilado, Tadeusz Żytkiewicz, quien había sufrido tres infartos y ya no podía caminar. Los médicos se negaron a operarlo: el riesgo es demasiado alto. Pero él escribió una carta con tres breves líneas:
«Soy profesor. Mi corazón está enfermo. Por favor, ayúdeme».
El Dr. Religa le respondió de manera igualmente breve: «Por favor, venga».
Él no se fijó en la edad. No buscó excusas. Tomó la decisión de seguir adelante.
23 horas de tensión. 23 horas entre la vida y la muerte.
Y — la operación fue exitosa.
El Dr. Religa falleció en 2009. Tenía 70 años. Pero incluso después de su muerte, permaneció en la memoria de las personas no solo como médico, sino como una persona cuya mano parecía ser guiada por Dios mismo.
Esta no es simplemente una fotografía. Es un testimonio de la fe en la humanidad, una esperanza que desafió la edad, las estadísticas y el riesgo.
Y lo más importante, esta historia tiene un final feliz. El profesor Tadeusz, cuya vida estaba pendiendo de un hilo, vivió 30 años más, Falleció a la edad de 91 años, en 2017, sobreviviendo a su salvador.
Esto no es solo una victoria médica, sino también un triunfo de la calidez y determinación humanas.