Durante la Segunda Guerra Mundial, los espías aliados utilizaron una variedad de técnicas para evitar ser detectados y engañar a las fuerzas alemanas. Uno de esos trucos ingeniosos fue el uso de zapatos especiales con suelas diseñadas para confundir a los rastreadores.
Estos zapatos tenían suelas que estaban talladas con patrones que, en lugar de seguir la dirección del camino real, apuntaban en la dirección opuesta. Esto significaba que, al caminar, dejaban huellas que hacían parecer que la persona se dirigía hacia el lugar de donde provenían, en lugar de alejarse. Así, los espías podían evadir a sus perseguidores y ganar tiempo para completar sus misiones.
Este tipo de ingenio no solo muestra la creatividad y adaptabilidad de los espías de la época, sino también la importancia de cada detalle en el trabajo de inteligencia, donde la aparente simplicidad de un par de zapatos podía marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso.