Una familia entera vivía dentro de un árbol, sin exagerar. En la década de 1870, en el norte de California, los pioneros ahuecaron el tronco de una enorme secuoya para convertirla en su hogar. Con la escasez de materiales de construcción y la implacable naturaleza, convertir un árbol en refugio era más práctico que extraño. No se trataba solo de supervivencia, sino de la resolución de problemas en la frontera en su máxima expresión. La imagen captura un raro atisbo de ingenio puro en una época en la que la naturaleza era tanto el obstáculo como la solución.