Este es el colmillo de una serpiente de cascabel, una auténtica aguja biológica diseñada para inyectar veneno. Su estructura hueca le permite actuar como una jeringa natural: cuando la serpiente muerde, los músculos presionan las glándulas de veneno y este fluye por el canal interno hasta la punta, entrando directamente en la presa. Estos colmillos pueden medir hasta 3 centímetros y se pliegan hacia atrás cuando la boca se cierra. Lo más sorprendente es que la serpiente puede reemplazarlos varias veces a lo largo de su vida, asegurando siempre su mecanismo de defensa más preciso.