La diarrea fue una de las principales causas de muerte durante la Guerra Civil estadounidense. Los soldados tenían un código de honor que dictaba no disparar a nadie que estuviera defecando.
De los casi 750,000 soldados que murieron, aproximadamente 95,000 fallecieron a causa de diarrea o disentería. De hecho, por cada soldado que murió en el campo de batalla, dos murieron por enfermedad.
Las condiciones de mala higiene, el hacinamiento, la falta de tratamiento médico y la construcción de letrinas cerca de los arroyos crearon un caldo de cultivo perfecto para la proliferación y propagación de enfermedades entre los soldados.
La segunda enfermedad más común fue la malaria, que infectó a 1.3 millones de soldados y causó la muerte de 10,000 de ellos. Además, muchos estuvieron expuestos a la varicela, la difteria, el sarampión, las paperas, la fiebre tifoidea y la viruela.
Las enfermedades de transmisión sexual (ETS), como la gonorrea y la sífilis, también afectaron a cientos de miles de soldados. Esto ocurrió especialmente cuando el general de la Unión, Joseph Hooker, permitió la entrada de trabajadoras sexuales a su campamento para levantar la moral de las tropas. Así, su nombre quedó asociado para siempre con la que a menudo se considera la profesión más antigua del mundo.
