Corría la década de los 50 en Hermosillo, Sonora, cuando María Ochoa González horneaba pan para regalar a sus vecinas. Una de ellas, Agustina Araiza, de Villa de Seris, esposa de un militar español, le compartió una receta que cambiaría su vida y la historia de su pueblo ya que esta haría exaltar el paladar de muchas personas por su magnífico e inolvidable sabor.
Los ingredientes para elaborar la masa eran harina de trigo, leche, manteca, sal y algo de azúcar, mientras el relleno sería de piloncillo (dulce de caña).
Al postre, en forma de tortilla rellena, lo llamaron “Coyota”, que significa hija de india y español. Se dice que se les llama así debido a que las “coyotitas” eran quienes se encargaban de vender el postre, recorriendo las calles de Hermosillo con canastas llenas del postre.
La tradición que surgió en 1954 de las manos de María, quien falleció en 2003 a los 86 años de edad, traspasó fronteras, porque sus descendientes lograron que el gobierno de Estados Unidos autorizara la importación de este producto a Arizona.
En la actualidad hay empresas que han mejorado la receta, hay muchas que destacan una de ellas se encuentran en la calle de las coyotas en la colonia Villa de Seris en Hermosillo, donde se mantiene la tradición. Sin embargo grandes empresas como Flor de Capomo, han llevado la comercialización de este producto a otro nivel comercial, enfocado en la distribución nacional e internacional de este producto.