Desde El Fuerte Sinaloa, abril 19, 2025

¿Mala suerte? Lo de Henry Ziegland fue casi una maldición.

¿Mala suerte? Lo de Henry Ziegland fue casi una maldición.
Corría la década de 1890. Henry terminó con su novia… y la tragedia no tardó en golpear. Ella, devastada por la ruptura, se quitó la vida. Su hermano, furioso y sediento de venganza, fue tras Ziegland. Le disparó, creyendo haberlo matado… y luego se suicidó.
Pero Henry sobrevivió. La bala solo lo rozó y quedó incrustada en un árbol cercano.
¿Suerte? Tal vez.
Veinte años después, Ziegland decidió cortar aquel árbol. Pero no usó un hacha, no. Prefirió dinamita.
Perforó el tronco, colocó los explosivos y encendió la mecha. La explosión retumbó. Astillas volaron por los aires… y con ellas, algo más.
Una pequeña bala, aquella misma que había quedado atrapada dos décadas atrás, fue liberada por la onda expansiva. Voló en línea recta… e impactó justo entre los ojos de Ziegland.
Murió en el acto.
El destino, dicen, no se olvida. Solo espera su momento.