La epidemia del sueño.-
Entre 1915 y 1926, una extraña sombra recorrió el mundo: la encefalitis letárgica, una enfermedad inflamatoria del cerebro que afectaba la mente y el cuerpo como si ambos fueran prisioneros del sueño.
Comenzaba con lo que parecía una gripe común: fiebre alta, dolor de garganta, cansancio extremo. Pero pronto llegaban los síntomas inquietantes: visión doble, movimientos cada vez más lentos, dificultades para hablar, dormir sin fin o quedar atrapados en un estado de catatonia. Era como si el cerebro, poco a poco, se desconectara de la vida.
La enfermedad golpeó con fuerza. Se calcula que más de medio millón de personas murieron. Los que sobrevivieron rara vez recuperaron su vitalidad: muchos quedaron en un estado entre la vigilia y el sueño, incapaces de volver a caminar o comunicarse con normalidad.
Y lo más desconcertante: después de 1926, la epidemia desapareció tan misteriosamente como había llegado, dejando apenas algunos casos aislados. Nunca se identificó del todo su causa.
Hoy, la encefalitis letárgica es recordada como la “epidemia del sueño”, un capítulo inquietante de la historia médica que aún desafía a la ciencia, y que nos recuerda lo frágil que puede ser la línea entre la conciencia y el silencio eterno.