Desde El Fuerte Sinaloa, octubre 13, 2025

Canuto el Monaguillo.-

BREVE Y PRECISO.
DOMINGO FÉLIX TORRES.
Canuto el Monaguillo.
Tenía apenas 9 años el pequeño Canuto cuando empezó a servir en la parroquia. El niño era vecino del templo y encontró en la iglesia, un espacio para sí mismo, ser monaguillo parecía algo grandioso.
Canuto se sentía útil y querido en el templo, las damas le acariciaban el cabello y los señores le regalaban una moneda.
Así pasó el tiempo, cantando en el coro y auxiliando al sacerdote.
A los 15 años de edad, ascendió a sacristán.
Su trabajo empezaba sonando las campanas.
Todos los días llamar a misa…Primer llamada: 5:30 am.
Para ese momento el joven adolescente se quedaba a dormir en el Templo de San José.
“No hay quien te habrá la puerta en las mañanas, así que mejor te quedarás a dormir, te dejaré las llaves de San José, abrirás el templo y llamarás media hora antes, para misa de 6”.
Así Canuto pasó su adolescencia, entre su casa con sus padres, la escuela secundaria y el templo, monaguillo primero, y sacristán después.
Al poco tiempo, una dama devota, al alcanzar Canuto la mayoría de edad, le dijo, Canuto ¿No te gustaría participar en el pan? ¿Pan, cómo que clase de pan? ¿Cuál pan? Si me gusta mucho el pan, le contestó Canuto.
¿De qué tipo de pan es?
Le preguntó a la señora.
No, le dijo la señora, no es pan de comer, es el PAN, el partido político, lo que te he querido decir, es que si te gustaría pertenecer al Partido Acción Nacional, el PAN, le dijo aquella dama asidua a la iglesia…Y Así fue como Canuto llegó al PAN, de monaguillo y sacristán, a militante activo panista.
Cómo ya traía la formación religiosa, luego le dieron juego.
El presidente estatal le dijo, Canuto, aquí está tu nombramiento de: “Secretario General del partido en el municipio”
Canuto se sintió halagado, de pronto se sintió grande: secretario del partido en la Ciudad, ¡Que barbaridad! No lo podía creer.
Aunque las oficinas del partido eran apenas un cuarto con baño en una esquina de la ciudad, el tamaño de las oficinas era lo de menos, lo importante es que eran las oficinas ¡Del partido! – con todas sus letras -.
Y él, era nada menos que “El secretario general del partido” también, con todas sus letras.
El partido era chico, pero tenía organización.
El partido tenía recepcionista, que además era secretaria y mecanógrafa.
Canuto como secretario, se sentía muy bien, ya había dado un intempestivo salto a la política, de auxiliar de sacerdote -sacristán- a ¡secretario del partido!
Soñando un poco estaba, cuando la secretaria le dijo, Canuto, al rato viene el señor regidor.
El señor regidor es también el presidente del partido en el municipio, el vendrá y se lo presentaré, para que lo conozca.
Que bueno pensó Canuto ¡El Señor Regidor, el presidente del partido!
Todo aquello se ponía mejor cada vez.
Cuando menos pensó Canuto, una persona se vio entrar a la oficina del partido, el tipo aquel venía desaliñado, con el cabello descompuesto, camisa desfajada y calzaba huaraches de vaqueta…Canuto, le dijo la secretaria, el presidente del partido y regidor, el señor Chaidez.
Canuto no entendía muy bien, se vio de pronto desconcertado.
Canuto pensaba que llegaría un tipo bien vestido, seguramente con traje, corbata y zapatos lustrados.
Pero no.
Chaidez era el presidente del partido.
Fue un choque en su estado de ánimo el conocer al señor Chaidez.
El mundo fantástico de la política que Canuto imaginó, se desvanecía por un momento.
Que sorpresa recibió Canuto.
Que caray.
¡Saludos, jóvenes!