EL QUE QUIERE, PUEDE
“Nací tan pobre, que la tierra que pisaba ni siquiera me pertenecía. Pero ni el hambre pudo frenar mis sueños.” 



Crecí en una aldea remota de Corea, donde éramos tan pobres que compartir una sola comida al día era habitual. Mi padre quería que fuera agricultor, pero yo no quería vivir cultivando arroz toda mi vida. A los 16 años, escapé de casa sin dinero y con nada más que mis pies descalzos. Caminé 200 km para llegar a Seúl, buscando un trabajo… cualquier trabajo. 



Fui albañil, obrero, ayudante de carpintero… dormí en el suelo, muchas veces con el estómago vacío. Pero cada golpe, cada humillación, me dio más sed de salir adelante. Una vez, me estafaron y perdí todos mis ahorros tratando de abrir un pequeño taller mecánico. Casi me doy por vencido. Pero en vez de rendirme, me levanté y lo intenté otra vez. Y otra. Y otra. 



Años después fundé Hyundai, primero como una pequeña empresa de reparaciones. Nadie creía en mí. ¡Cómo iba a competir un campesino contra los gigantes japoneses! Pero cuando construimos nuestro primer auto coreano, el Hyundai Pony, el país entero aplaudió. De campesino sin zapatos, pasé a liderar uno de los grupos industriales más grandes de Asia. 



“No fui a la universidad. No tenía conexiones. Lo único que tenía era determinación. Y eso fue suficiente.” 



’‘Si tu familia no cree en tus sueños, no te detengas. Si tu bolsillo está vacío, pero tu corazón está lleno de ganas, sigue. Porque no importa de dónde vengas, sino hasta dónde estás dispuesto a llegar.’’