La tragedia no se editorializa: respuesta a quienes lucran con el dolor.-
La muerte del presidente municipal de Uruapan, Carlos Alberto Manzo Rodríguez, es una herida profunda en el cuerpo institucional del país. Su asesinato, frente a su familia y su comunidad, representa no solo el fracaso de una protección que nunca llegó, sino también la valentía de un hombre que decidió enfrentar al crimen organizado desde la trinchera más vulnerable: la presidencia municipal.
Carlos Manzo denunció, resistió y murió cumpliendo su deber. Jamás recibió el respaldo federal que solicitó. Esa omisión, dolorosa y real, debe ser reconocida con humildad y corregida con firmeza. Por ello, desde el gobierno de la Cuarta Transformación, se ha actuado con responsabilidad: su esposa, Grecia Quiroz, ha asumido la presidencia municipal; se ha reforzado la presencia de la Guardia Nacional en Michoacán; y se ha abierto una investigación seria para esclarecer los hechos.
