Banco Mundial de Semillas o la cámara del fin del mundo:
El Arca de Noé de nuestro tiempo.-
RENÉ VEGA: Periodismo Disruptivo. San Blas, El Fuerte, Sinaloa. A 15 de junio de 2022.-Situado estratégicamente en la isla de Spitsbergen, se alza el Banco Mundial de Semillas o la cámara del fin del mundo, como también se lo conoce.
El imponente edificio que comenzó a construirse en el año 2006 alberga en su interior más de un millón de muestras de semillas, mayoritariamente agrícolas, procedentes de todas las partes del globo.
Hemos de tener en cuenta que una muestra contiene 500 semillas perfectamente conservadas para su utilización futura. Por lo tanto, el banco actualmente contiene más de 500 millones de semillas que ayudarían a alimentar a la población terrestre.
Lo verdaderamente importante del edificio (al margen de ser un reservorio de la biodiversidad vegetal) está en sus características. La cámara se construyó para aguantar terremotos de hasta 10 grados de intensidad, resiste erupciones volcánicas e incluso la radiación solar.
Además, el permafrost del suelo (capa congelada de manera permanente) actuaría como refrigerante natural en caso de un fallo eléctrico o perdida, del suministro de energía.
El interior del almacén tiene, de manera natural, temperaturas que rondan entre -3 y -6 ℃ y, de manera artificial, hay sistemas de refrigeración que conservarían las semillas durante cientos de años.
Cobra sentido ahora el sobrenombre de Arca de Noé vegetal. Gracias a todo el material que se está depositando en ella, podrían replantarse esas especies vegetales si ocurriera cualquier desastre que las eliminara.
España recientemente informó de que enviaría más de 1 000 semillas al almacén de Svalvard, diversas especies de cereales, leguminosas y hortalizas que, de ser necesarias, podrán contribuir a salvaguardar la alimentación mundial.
Solo en una ocasión se requirió sacar semillas de la instalación. En 2015, durante la guerra de Siria, el Centro Internacional de Investigaciones Agrarias de Zonas Áridas (ICARDA) de Alepo resultó destruido y su contenido, cerca de 150 000 variedades de especies adaptadas a zonas áridas, quedó totalmente perdido.
Gracias a que previamente el gobierno de Siria había enviado duplicados del 80 % de sus muestras, pudieron recuperar parte de esa biodiversidad perdida.