Letras personales.
“CAFÉ, CAFÉ, CAFÉ CALIENTE”
Como si hoy los hubiera escuchado, con esa claridad, con esa contundencia del grito que en la madrugada principalmente y por las mañanas, resonaba a lo largo de la estación del ferrocarril en Estación de Sufragio.
Sí, era el grito de: CAFÉ, CAFÉ, CAFÉ CALIENTE, mismo que salía de las gargantas de varias mujeres, principalmente, que vendían este elixir terrenal a los pasajeros, tripulación y trabajadores del tren.
Eran los años 70´s y 80´s cuando el sistema ferroviario estaba en su apogeo, me tocó vivirlo.
Ejemplo de lo que les escribo, era más elocuente en la madrugada, a la llegada de los trenes bala que coincidían a las 2 de la madrugada (cuando llegaban a tiempo) en Estación Sufragio.
Ahí varias mujeres hacían presencia para ganarse la vida vendiendo café, y con el fin de atraer a sus clientes, gritaban a todo pulmón: CAFÉ, CAFÉ, CAFÉ CALIENTE, recorriendo los andenes de la estación y a todo lo largo de los vagones del gusano de fierro que por no mas de 30 minutos permanecia estacionado haiendo escala, para cambiar de tripulación.
Era común ver a los pasajeros bajarse de los vagones para comprar un caliente y aromático café o rellenar sus termos y así seguir su viaje provistos de combustible humano, máxime era en el invierno, cuando a esa hora el frio cala.
Fueron varias ocasiones que viví esa experiencia de escuchar es peculiar grito: CAFÉ, CAFÉ, CAFÉ CALIENTE, esto al acudir a la estación en mención, ya sea a llevar o recoger familiares o amigos que viajaban en ese medio de transporte o cuando me toco viajar.
Fueron pasajes de la vida que se grabarían en mi mente para siempre y que hoy con gusto les comparto.
Avanzamos pues.
Su amigo que los quiere y los respeta.
Roberto René Vega Vega.